Curso
Juventudes no adolescentes: problemáticas, delimitaciones y abordajes en psicoanálisis
Quizás la pregunta central a toda fundamentación posible sea: ¿cómo hacer lugar a las juventudes? Pregunta válida tanto para el presente como para el pasado -y quizás no sólo para nuestra sociedad, si recordamos el célebre título, y advertencia, de Winnicott: “La juventud no dormirá”-. Desde luego, las juventudes que más nos interesan son aquellas que se encuentran en el centro del malestar y el desconcierto de los analistas, pero en los márgenes de su conceptualización. Se trata de aquellas juventudes más violentadas, hijas del proyecto moderno colonial, liberal, racista y patriarcal, estigmatizadas de subhumanidad, de criminalidad y consumo, de habitar una animalidad fuera de la cultura. Son aquellos de quienes se suele decir que “estallan” las instituciones.
El trabajo con las problemáticas que estas juventudes nos presentan, ha puesto ante nosotros la necesidad de profundizar un trabajo que venía siendo señalado, pero que debemos profundizar: la adolescencia, en psicoanálisis, la pensamos como un proceso psíquico. No se trata para nosotros meramente de una etapa del desarrollo (como podría pensarse desde la medicina) o de una franja etárea (como podría pensarse desde la sociología) sino de un proceso de trabajo psíquico. Es en este punto que hallamos cierta diversidad de categorías y fenómenos sobre los cuales centramos esos procesos psíquicos, si bien existe consenso sobre varios de ellos.
Esta riqueza, sin embargo, a veces pareciera no terminar de asumir las consecuencias de su propio planteo: si se trata de un proceso psíquico ¿todos los jóvenes que encontramos se encuentran en tal proceso de elaboración? La práctica una y otra vez nos pone ante jóvenes en los cuales no hallamos ese proceso de duelo del Yo ideal que han sido para sus padres y de duelo por la idealización de los adultos, no se hallan produciendo nuevas relaciones de pares en las cuales desplazar esa intensidad otrora edípica, no se hallan tomando la escena social como escena de juego, ni constituyendo un promisorio Ideal del Yo. Las problemáticas que se nos presentan involucran otra complejidad, otras profundidades, y las expresiones de su sufrimiento son diversas. Se trata de jóvenes que aún intentan la filiación. La problemática de estos jóvenes no es entonces como des-afiliarse (de la anterior dependencia edípica) sino cómo filiarse primero.
Entonces nos preguntamos: ¿la pubertad es necesariamente el inicio de la adolescencia, si decimos que esta última es un proceso psíquico y no sólo un desarrollo madurativo? ¿Cómo podría ser pensada una pubertad no adolescente? Si la adolescencia es un proceso psíquico ¿puede advenir posteriormente a la juventud? ¿Cuáles son las limitaciones de los tiempos lógicos? ¿Cuáles son los trabajos propios del proceso adolescente?
Muchos de estos jóvenes no adolescentes han intentado enviar sus mensajes de dolor a una otredad que se mostró indiferente o cruel y que, como resultado de ello, empujó al psiquismo a autovalerse aún en tiempos en que necesitaba y esperaba la dependencia respecto del cuidado adulto. Se volvieron jóvenes autonomizados cuando esa expectativa, que no dejó de no tener respuesta, cesó. Desde entonces, su necesidad de no necesitarnos, nos desorienta su lazo descenlazante, nos perturba actos disruptivos cuya significación desconocemos, nos confrontan y, en no pocas ocasiones, empujan a reacciones reactivamente violentas.
Los discursos sociales más variados acompañan el esfuerzo de nominación de las problemáticas en juego. Será preciso identificarlos e inquietarlos. Particularmente cuando se trata de aquellos signados por la filantropía de ayudar al desvalido, por el sentimentalismo del compadecerse de su vulnerabilidad, por el punitivismo que los nomina como “en conflicto con la ley”, por el romanticismo de representarlos como aquellos que con sus actos y actitudes vienen a denunciar las violencias de la sociedad moderna, por la clinicalización psicopatologizante que rápidamente encasilla diagnósticos más determinados por ideología (hegemónica) que por ciencia. Como la juventud es víctima de estigmatización y criminalización, por momentos pareciera que lo único de lo que pudiera padecer un joven que ha sufrido violencia, es del consumo de substancias (drogas ilegales). Como si de pronto, encandilados por ese fetiche del consumo, no pudiéramos ver más esa pregunta que nos suele guiar: ¿de qué padecen los jóvenes? ¿Cómo padecen? ¿Cuáles son los modos en que se expresan sus sufrimientos, particularmente cuando no encuentran palabras que los representen sino actos que los presenten?
En psicoanálisis tenemos una larga tradición en el abordaje de la población juvenil que ha sufrido desamparo, y sin dudas las herramientas y experiencias que hemos heredado, son muchas. Pero en ocasiones estas no se transmiten en la formación de grado ni en las formaciones de las escuelas de psicoanálisis, carencia que a veces es cubierta por conceptos clisés que nos orientan a creer que se trata de “hacerlos entrar en la cultura”, cuando la cultura es la que los ha arrasado, que para cortar el goce proponen que el propio adulto haga el pasaje al acto de una expulsión siempre encubierta, o que fácilmente nos empujan a concluir “perverso” si alguno de los actos que nos dirigen nos angustia. Todo lo cual sólo parece agrandar más la brecha que nos separa de los jóvenes y sus formas específicas de sufrimiento psíquico. Con un martillo neumático no se puede soldar una estructura, es preciso conocer o forjar las herramientas adecuadas al problema que nos concierne.
Por eso, la apuesta de este breve seminario será poder transitar la pregunta acerca de qué sufren aquellos jóvenes no adolescentes que han experimentado desamparos psíquicos y sociales graves, y cómo tratar estos dolores, particularmente cuando se nos presentan descarnados.
Objetivos
Generales
Ofrecer un espacio de reflexión en torno a la problemática de las juventudes no adolescentes que han sufrido diversas formas de violencia relacionadas a desamparos psíquicos y sociales, presentando teorizaciones, experiencias clínicas e institucionales de diversos autores así como del propio docente. A través de ellas se espera que cada participante pueda no sólo incorporar conceptos nuevos o revisar los ya conocidos, sino servirse de ellos para la elaboración de sus propias prácticas con juventudes.
Específicos
• Acceder a conceptos, teorías y experiencias de la práctica con jóvenes, tradicionales y actuales.
• Poder trazar ciertas discriminaciones entre juventud, adolescencia y pubertad.
• Realizar diagnósticos diferenciales a nivel de las formas de sufrimiento que los jóvenes
presentan.
• Llevar adelante un ejercicio de crítica de los diversos discursos que intentan cernir
ontológicamente el ser de las juventudes.
• Ofrecer conceptos, teorías y experiencias en relación a las ofertas que tenemos en
psicoanálisis para las problemáticas del desamparo y la autonomización.
I. Juventudes no adolescentes y construcción de legalidades.
Discriminación de términos habitualmente superpuestos: adolescencia, juventud, pubertad. Psicopatologización de la adolescencia y adolescentización del sufrimiento psíquico en jóvenes. Juventudes no adolescentes, adolescencias no juveniles. Los ritos de paso a la adultez. Jóvenes que aún intentan llegar a ser niños. De le ética a la moral y de la dependencia a la interdependencia en la construcción de legalidades psíquicas.
II. ¿De qué padecen las juventudes que han sufrido violencia?
Desamparo y autonomización.
Desamparo psíquico y social. Las disrupciones en el vínculo originario entre el infans y el adulto. Potencialidad del trauma. La autonomización, efecto psíquico ante la indiferencia del semejante. Del acting out hacia el acto autonomizado; de la esperanza a la desesperanza. Cuando los códigos histórico-políticos de subjetivación, desubjetivan.
III. Tratar el dolor: abordajes en Psicoanálisis.
¿Qué tratamientos para qué dolores? Terapéutica individual e institucional. Transferencia del trauma. Variedades de la transferencia. Las crisis paradojales en el curso de los abordajes. La construcción de confianza y sus pasos. Ambiente facilitador. Lo otro, el otro, el Otro y el otro.
IV. El fetichismo y paradoja de los consumos problemáticos en juventudes.
Incluir excluyendo: nuevos estigmas. Lo problemático del consumo problemático. Consumir consumo. Detrás del fetiche del consumo. Tres usos del objeto en tres casos clínicos: no pensar, no sentir, no recordar.
V. ¿Puede devenir adolescente un joven que no logró ser primeramente filiado como hijx? Historial: Las salidas de María Elena.
Se trata de la presentación del abordaje de una joven al interior de un Centro Residencial para jóvenes progenitoras. María Elena ha sufrido diferentes formas de desafiliación e inscripciones traumáticas durante su infancia y pubertad, y el curso de su abordaje nos brinda algunas pistas para pensar cómo podría generarse, ex tempore, tardíamente, una experiencia de filiación que permita, posteriormente, algo de un proceso adolescente posible. Pero ¿con qué características? ¿Cómo descubrir cuando existe un proceso filiatorio efectivo y cuándo, además, un proceso adolescente?
Modalidad: Puede tomarse en diferido.