La clínica psicoanalítica convulsionada

En este curso mi deseo es abrir espacios de reflexión acerca de los intereses y problemáticas que la clínica instala en la actualidad, y generar discusiones y aperturas sobre lo que nos convoca cada vez más en nuestras prácticas actuales: el dolor humano, la subjetividad contemporánea, los sufrimientos, la importancia del contexto sociohistórico en la producción de subjetividad  -indudablemente la pandemia ocupará un  lugar importante-, las adolescencias actuales, las organizaciones fronterizas, las patologías del vacío, etc.  Muchas de estas problemáticas son ramas del gran árbol de los trastornos del narcisismo e indubitablemente ocuparán espacio en este recorrido. 

Mi deseo es caminar con Freud (y no solo con él), pero cuestionándolo y a la vez -como dice Roudinesco- ser contestatario con respecto a Freud y (agrego yo) a todos los autores ser contestatario en el sentido de no quedar sumisamente pegado a su letra. A veces percibo en algunos congresos o reuniones científicas que se cae en repeticiones “eruditas” que no llegan a desentrañar que es lo que expresaron muchos teóricos.

Roudinesco propuso al respecto una frase interesante: el pensamiento de la insumisión. El asunto no es “someterse” a todos los que nos han dejado un legado importante sino discutir con ellos, debatir y dialogar.

Freud forja su gran descubrimiento, el psicoanálisis, a comienzos del siglo XX. Qué duda cabe acerca de que en la actualidad los contextos no son iguales a los que rodeaban a los sujetos de Viena en los comienzos del siglo pasado. Aunque algunos elementos nodulares de su cuerpo teórico son cardinales para el psicoanálisis actual, debemos incorporar los progresos y cambios producidos, no solo en nuestra disciplina, sino en otros diferentes campos. Debemos pensar de que manera han influido las nuevas tecnologías, toda la temática de género, la donación de óvulos, los vientres subrogados, en fin, todas las nuevas situaciones que se han incorporado al discernimiento de la producción de la subjetividad contemporánea. No podemos ni debemos dejar de considerar estos cambios, a riesgo de que si no los incluimos estaremos extendiendo la partida de defunción del psicoanálisis.

El hombre contemporáneo está básicamente acosado por búsquedas que le permitan encontrar equilibrio en su narcisismo, en atender cómo nutre su autoestima, en ver como se acomoda a este contexto sociohistórico que nos envuelve, por momentos impredecible, turbulento y atravesado por la fluidez (Bauman). Indudablemente en la actualidad, por la pandemia,  esto último está ampliado.

Estoy convencido que todo aquel que se interese por el psicoanálisis debería haber efectuado, mínimamente, una lectura apropiada de los fundamentos de la teoría freudiana no afirmo que ahí está todo dicho, como lo hace un radicalismo para el cual en 1939 concluyó el psicoanálisis. No estoy sugiriendo ser fundamentalista, pero sí profundizar los fundamentos. 

Dentro de los fundamentos y con el objeto de entender la clínica y las teorías contemporáneas, le doy máxima importancia a adquirir un conocimiento que genere un “espacio de pensamiento” lo más vasto posible sobre nociones fundamentales de la obra freudiana. Luego se les deben abrir las puertas a los posfreudianos. Nunca se debería invertir esta ecuación.

Cuando digo “un espacio de pensamiento”, muchos reconocerán que, en el mundo psicoanalítico, el pensamiento propio, distinto del “oficial”, ha tenido mala prensa. Esto ha sucedido porque se confundió el “buen pensar” con la intelectualización y con la repetición de nociones que no pasaban por el pensamiento y la elaboración individual correspondiente.

Tratemos en este curso de encarnar conocimientos sin convertirnos en repatidores. Les doy una cálida bienvenida a todos aquellos que nos acompañen en esta aventura.