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Desorientación sexual e identidad sin género
Este curso propone una nueva ecología del ser que no requiera la creencia en una identidad fija. La identidad es un signo de interrogación. Exploraremos la distinción entre la fluidez de género y la fijeza binaria del género. Desglosaremos la lógica de las tendencias suicidas exhibidas por los analizandos que se encuentran reclamando una nueva identidad queer o trans. Partiendo del caso de un joven adolescente identicadx como “queer” que afirmó estar “oprimidx por el género” tras realizar un espectacular gesto suicida, exploraremos un movimiento de una primera muerte a una segunda muerte, que nos permitiría reconsiderar a la muerte como fuerza vital que permite un renacer. El trabajo clínico nos abre un camino para descifrar cómo vivir con la pulsión de muerte, que paradójicamente hace posible la vida. En este contexto, la muerte emerge no como lo contrario de la vida sino como una condición para la vida.
I. Taxi Driver
Comienzo comparando el trabajo de un psicoanalista con el de un taxista esta metáfora me permite abordar cuestiones de tiempo, pago, destino y el éxito o el fracaso de una cura. Un psicoanalista funciona como un taxista escuchando las historias de un pasajero. Un psicoanalista también lleva a alguien de un lugar a otro, pues una cura exitosa se lleva a cabo para arribar a un nuevo destino. Propongo una forma de pensar sobre la experiencia trans y la identidad de género pasando del concepto del consultorio del psicoanalista como un espacio ritualizado de la práctica, a la noción del consultorio como espacio de mediación intersubjetiva móvil y transportable. De esta manera amplío el modelo tradicional de contratransferencia negativa dándole un giro lacaniano.
Tomando como punto de partida mi práctica clínica con personas pobres de color marginalizadas (condenadas a lo que los sociólogos llaman muerte social) y analizandos identificados como trans (que experimentan sus problemas de género como una situación de vida o muerte), esta clase explorará la muerte y las pulsiones en psicoanálisis. Esbozaré una nueva gramática pulsional para explicar cómo una práctica psicoanalítica puede volverse inclusiva.
II. Identidad A La Letra
La identidad se basa en una idea de igualdad que, como afirmaría el psicoanálisis, oscurece el enigma de la diferencia sexual. El problema es que para el inconsciente sólo existe un sexo, el fálico. Sin embargo, este falo no es un órgano corporal. Esta clase argumenta que el falo es tanto un falo fantasma como un falo escrito. Enlazo el fenómeno del pene fantasma que experimentan los hombres trans (según un estudio neurológico de 2008, el 60 de los transexuales de mujer a hombre tienen la sensación somática de tener un pene cuando físicamente no lo hay) para resaltar las características comunes entre la neurociencia y el psicoanálisis. Analizo un cuento de Christine Brooke-Rose narrada con la voz del miembro fantasma de una mujer amputada, y un caso notorio del psicoanalista Robert Stoller de una paciente que experimentó tener un pene fantasma. Esto me permite volver a visitar la controvertida noción del falo Lo uso como lente para examinar la original y estimulante tesis presentada por Chris Straayer (2021) sobre los “penes fantasmas volitivos”.
Al hacer esto, quiero tomar cierta distancia no solo de la noción psicoanalítica habitual del falo, sino también de la interpretación psicoanalítica clásica del arte, que opera sobre pistas fijas y es propensa a las generalizaciones. Teniendo en cuenta la compleja relación que las personas transgénero tienen con sus cuerpos, afirmo que en la artificialidad transexual se puede encontrar un arte corporal similar al de los artistas y nos conduce a una forma de arte dotada de una función estructural análoga al papel que Lacan atribuyó a la escritura tal como la descubrió en la obra de James Joyce. Así, la transición de género nos orienta hacia un cuerpo escrito (cis y trans). Esta clase explora la función de la escritura como una práctica que sustenta una nueva forma de vida y revela la opacidad e inestabilidad del yo.
III. La Identidad Como Acto
Las ideas actuales sobre la identidad nos orientan y reorientan nuestra práctica teniendo en cuenta el lenguaje, las instituciones y la brújula de experiencia clínica. Reconociendo el aspecto alienante de la identidad, destacaremos el hecho de que el género, la sexualidad y la transexualidad son construcciones históricas que no deben tomarse como categorías universales y atemporales, sino emplearse productivamente para descubrir historias alternativas y perturbadas. Para el psicoanálisis, el sexo nunca es un hecho natural, ni puede reducirse a una construcción discursiva. La alternativa de “sexo o género” es falsa. La diferencia sexual no es ni sexo ni género porque el género necesita ser encarnado, mientras que el sexo necesita ser simbolizado. Superando el binario de sexo y género, ni el sexo ni el género expresan plenamente la radicalidad de la diferencia en juego. Tanto la orientación sexual como la identidad de género son aproximaciones de algo que no se puede simbolizar ni imaginar. Como Dios y la muerte, el sexo pertenece a la troika de los irrepresentables.
Partiendo del caso de un adolescente identificado como queer que se sintió “oprimido por el género” después de haber realizado un espectacular intento de suicidio, planteo la cuestión de la distinción entre la fluidez de género y la fijeza binaria del género. Desgloso la lógica de las tendencias suicidas exhibidas por los analizandos que se encuentran reclamando una nueva identidad queer o trans. Postulo una nueva ecología del ser que no requiere la creencia en una identidad fija. La identidad es un signo de interrogación. A menudo los discursos identitarios forcluyen la dimensión inconsciente. Sin embargo, la imposibilidad de representar la diferencia sexual en el inconsciente es una imposibilidad que implícitamente subvierte cualquier fijeza identitaria.
Modalidad: Puede tomarse en diferido.
